EL DESPEGUE DE PABLO
DIABLO
Pablo Diablo apretó el
interruptor. La máquina del tiempo se puso a rechinar. Las agujas de los
instrumentos se agitaron. Los botones se estremecieron. Los pestillos se
cerraron. ¡Pablo Diablo, el Viajero del Tiempo, estaba listo para el despegue!
Y ahora, ¿adónde ir?
“Dinosaurios”, pensó Pablo. ¡Eso
es! A Pablo le encantaban los dinosaurios. Le entusiasmaría observar a
escondidas a unos cuantos tiranosaurios Rex rondando enfurecidos por las selvas
antediluvianas.
Y eso que, bien pensado, lo del rey
Arturo y los Caballeros de la Tabla Redonda podía ser fantástico… “Alzaos, Sir
Pablo”, le diría el Rey Arturo, levantando de su silla a Lanzarote de una
patada. “Por supuesto, Rey”, respondería Sir Pablo blandiendo su espada. “¡Paso
libre gusanos!”
Pero… Un momento: ¿qué tal una
visita al futuro, en el que los colegios estarían prohibidos y los padres
tendrían que hacer todo lo que les dijeran sus hijos? Y cada uno tendría su
nave espacial y caramelos para cenar. Y el Rey Pablo el Terrible sería el
gobernante supremo y cortaría la cabeza de todo aquel que osara llevarle la
contraria.
“Al futuro, pues”, se dijo Pablo,
ajustando los instrumentos.
¡Bang! ¡Pam!
Pablo se dispuso a resistir el
choque de la entrada en el hiperespacio: 10, 9, 8, 7, 6…
-Pablo, me toca a mí.
Pablo no hizo caso al gemido del
extraterrestre.
-¡Pablo! Si no la compartimos,
iré a decírselo a mamá.
La máquina del tiempo vibró hasta
detenerse. Pablo salió de ella a gatas.
-Lárgate, Roberto – dijo-. Estás
fastidiándolo todo.
-Mamá ha dicho que podíamos jugar
con la caja los dos -dijo Roberto-. Podríamos recortarle unas ventanas, hacer
una casita, pintarle unas flores…
-¡No! -gritó Pablo.
-Pero… - dijo Roberto. Estaba de
pie dentro del cuarto con sus tijeras y sus ceras de colores en la mano.
-¡No se te ocurra tocar mi caja! -masculló
Pablo entre dientes.
-Lo haré si quiero -dijo
Roberto-. Y no es tuya.
Pablo no tenía ningún derecho a
mangonearle, pensó Roberto. Con la de tiempo que había estado esperando su turno,
ya no iba a esperar más. Iba a ponerse a recortar una ventana en ese mismo
momento.
Roberto enarboló sus tijeras.
-¡Quieto! ¡Es una máquina del
tiempo! –chilló Pablo.
Roberto se detuvo y tragó saliva.
Miró fijamente la enorme caja de cartón. ¿Una máquina del tiempo? ¿Cómo podía
ser aquello una máquina del tiempo?
-Pero si está hecha de cartón –
dijo Roberto-. Además trajeron la lavadora en ella.
-¿Pero es que no te das cuenta?
Si pareciera una máquina del tiempo, todo el mundo intentaría robarla. Es una
máquina del tiempo camuflada.
¡Hola Estefanía! He leído el texto que has elegido pero creo que te falta desarrollar la actividad. ¿Cuál es la edad de los alumnos destinatarios de tu propuesta? ¿qué objetivo quieres conseguir al proponer este texto? ¿qué actividades vas a proponerles para trabajar la lectura? ¿cómo vas a evaluar a tus alumnos? A lo mejor me he adelantado y aún no está la actividad terminada...
ResponderEliminar¡Hola Estefanía! He leído el texto que has elegido pero creo que te falta desarrollar la actividad. ¿Cuál es la edad de los alumnos destinatarios de tu propuesta? ¿qué objetivo quieres conseguir al proponer este texto? ¿qué actividades vas a proponerles para trabajar la lectura? ¿cómo vas a evaluar a tus alumnos? A lo mejor me he adelantado y aún no está la actividad terminada...
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